En una tarde lluviosa de martes en el D.F.
llegaría un premio, primero para los que se aventuraron a más de catorce horas
en el auditorio y alrededores disfrutando del otrora Tag-DF y ahora rebautizado
como TAG CDMX, siguiendo la línea de cambio de nombre de la capital del país. Y
este magnifico premio para los pocos afortunados que fuimos y tuvimos el
sincero placer de estar ahí fue nada menos que The Flaming Lips, los reyes de
la rebeldía y la felicidad musical. Su locura creativa rompe con los moldes de lo
establecido y se vuelve magia pura expresada en sus canciones e increíblemente
mejorada sobre el escenario. En el viaje psicómagico de sus interpretaciones
logran con gran maestría transportarte a distantes universos que sin duda son
mucho mejores que la realidad. Con una desafortunada entrada y un público un
tanto apático al principio, ya que estaba conformado por una mezcla de yuppies,
mirreyes, hipsters perdidos en Polanco y uno que otro papá esperando al hijo o
la hija, comenzaron su show de manera tan enérgica como en todas las
anteriores veces que los he visto, ya sea en un motorokr muy suigeneris como en
un abarrotado Palacio de los Deportes, y siendo la tercera ocasión que pisaran
territorio nacional en este año , la rompieron de nuevo, sonaba "The
Abandoned Hospital Ship" cuando el confeti comenzaba a volar, las botargas
saldrían por primera vez al escenario y entre este frenesí saldría el primer
rugido de esplendorosa alegría y cuando los ánimos apenas se estaban empezando
a caldear harían explotar el lugar tocando la consentida "Fight Test", todos,
bueno todos los que realmente estábamos ahí por ellos cantábamos, gritábamos,
brincábamos, a noche se tornaba naranja y no nos dejarían bajar de la nube,
seguirían con "She Don't Use Jelly" y matarían con "Yeah Yeah
Song". El receso de tanta energía parecía inevitable, pero eso no
significaría que no habría increíbles rifts, hermosa voz y optimismo
psicodélico con "Psychiatric Explorations Of The Fetus With Needles",
más bien sería el preparativo para lo que vendría, la canción que me haría
reflexionar acerca de lo que es hacer buen "rock" desde sus bases
"Yoshimi Battles The Pink Robots Pt. 1" , la extravagancia de Wayne
Coyne no se haría esperar y en un "regaño" hacia los asistentes que
no se encontraban los suficientemente prendidos arrebato parando la canción y
pidiendo la colaboración de todos los asistentes para hacer sonar el grito de
karate que es parte de este ya himno. Cabe mencionar que tanto Wayne como
Steven estuvieron interactuando con el público durante toda la noche y haciendo
su mejor esfuerzo para reglar las clásicas palabras en español. Otro bajon con
la triste, romantica, indescriptible "Feeling Yourself Desintregate"
y mientras Wayne se preparaba a atravesar a una pequeña parte del público que
se encontraba como pocas veces en el Auditorio de pie, sobre su ya reconocida
burbuja plástica, su sello personal, e interpretando "Vein of Stars"
. Pasado esto otro pequeño momento en el que el originario de Oklahoma pidiera
ayuda y se frustrara de no poder decir mariposa hiciera sonar "Butterfly,
How Long It Takes To Die" para cerrar con todos contentos, brincando,
gritando y coreando "The Wand". Haciendo la ya tradicional retirada
para refrescarse y regresar a hacer el encore en el que advertirían que solo
serían dos canciones más una bella "A Spoonful Weighs a Ton" y una
magnifica, deseada, maravillosa "Do You Realize?" con la que
cerrarían dejando a todos contentos y satisfechos. Todos salían con una
sonrisa, con un aura muy positiva rodeándolos, dándoles esperanza para
continuar con su semana, con su rutina que nos haría añorar y suspirar por el
recuerdo de aquel momento de ese lluvioso y mágico martes en el auditorio
nacional de la capital.
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